Estar durante casi un año en San Petersburgo sin haber ido a uno de sus varios teatros hubiera sido un pecado imperdonable. Pasados los cuatro meses de mi llegada a la capital cultural de Rusia por fin el domingo fui a uno de ellos, al театр "Мюзик-холл" (teatr "Miusik-hall" = teatro de variedades). No se trata ni mucho menos de uno de los mejores y más famosos de la ciudad (Teatro Mariinsky, Teatro Mikhailovsky, Teatro Alexandrisky o Teatro Tovstogonov Bolshoy Drama son algunos de los principales), pero me sirvió como aperitivo (¡video al final del post!). Los platos fuertes espero que lleguen más adelante.
Escenario del Teatro de variedades "Мюзик-холл". |
Este teatro lo tengo a dos minutos de casa (si llega), prácticamente es cruzar la calle y ahí está en medio del parque Alexandrovskiy. Está situado muy cerca de la Fortaleza de Pedro y Pablo y en el centro de San Petersburgo.
Una chica polaca, Iwona, estaba de visita en la ciudad por unos días porque el año pasado había sido también voluntaria en el mismo proyecto que yo. Además, lo hizo en el mismo centro y vino a echarnos una mano algún día. Muy amablemente nos propuso a mí y a Sandra, mi compañera de voluntariado española y ahora también de apartamento, ir a ver el espectáculo del domingo en este teatro y ni nos lo pensamos. No había que dejar pasar la oportunidad. Al final también vino otra chica española, Laura, y dos chicas alemanas.
El show empezaba a las siete de la tarde. Después de visitar el museo zoológico, sobre lo que seguramente escribiré en la próxima entrada, nos dirigimos al apartamento a picar algo antes y coger la cámara y las entradas. Ese día hacía un tiempo espantoso. Caía una agua-nieve muy molesta y lo malo no era el frío sino la intensa humedad y el fuerte viento, los verdaderos enemigos del invierno en la antigua Leningrado.
Una vez allí fuimos a nuestros asientos tras dejar los abrigos en el гардероб (gardirop = guardarropa). Nuestras entradas eran de las más baratas (600 rublos, unos 9€ al cambio actual) y por lo tanto nuestro lugar estaba en el balcón, la parte más alta del teatro. No obstante la visión era bastante buena y pudimos bajarnos tres o cuatro filas más abajo a unos asientos que estaban sin ocupar. Ya solo había esperar a que se levantara el telón.
No tenía mucha idea de lo que iba la cosa, la verdad. Era una obra de la Academia Estatal de Moscú de Danza de Teatro "Гжель", que ni he averiguado que significa ni sé cómo transcribirlo. Del 30 de enero al 1 de febrero han hecho una función al día a la misma hora. El espectáculo al que yo acudí se llamaba algo así como "danza caleidoscopio". Creo que esta vez el Google Translate nos ha fallado.
Finalmente resultó ser algo de lo más folklórico. El show fue muy dinámico, con bailarines y bailarinas entrando, saliendo y pegando blincos constamente en el escenario. Todo ello acompañado de un gran diseño de vestuario. Fueron alrededor de dos horas de espectáculo que se me pasaron volando. Para este tipo de cosas probablemente no hay ningún país que supere a Rusia. La preparación a la que se someten estos artistas desde pequeños es de las más duras y exigentes del mundo.
Primero hubo un bloque de unos cuarenta minutos de distintos espectáculo de danza, todos grupales salvo uno de una sola pareja. Después salió un cantante de baladas unos diez minutos (esto se lo podían haber ahorrado) para dar paso a un descanso de veinte minutos para ir al baño o a tomar algo a la cafetería. Tras el parón mismo procedimiento para terminar con un largo colofón de agradecimientos de los artistas y directoras de la función fundidos con los aplausos de un público entregado.
Y eso último fue precisamente lo que más me gustó de toda la experiencia: el público. Los rusos no son para nada fríos como solemos pensar, simplemente tratan de mantener las formas cuando no procede comportarse de manera desinhibida o informal. Son gente muy vital e intensa y en el teatro sacan a relucir con todo su esplendor ese volcán cubierto de nieve que llevan dentro. Vamos, que se vienen muy arriba y lo encontré muy divertido. Constantes palmas con mucho entusiasmo, vítores, carcajadas y entrega espontánea de ramos de flores. Niños y niñas que de repente se ponían a bailar delante del escenario y gente que se pone de pie como si estuviera celebrando un gol en el stadio Petrovsky del Zenit, el equipo de fútbol de la ciudad. Al final nos contagiamos y nos unimos a la fiesta comportándonos como el resto del teatro. En definitiva, júbilo generalizado que te recuerda lo extravagantes, especiales y diferentes que son esta gente para nosotros. Van al teatro para celebrarlo.
Como recuerdo de este día nos llevamos este póster (100 rublos) que ahora cuelga en la pared de nuestro apartamento:
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