La semana pasada, concretamente el pasado martes 27 de enero, se ha celebrado el 71º aniversario del fin del sitio de Leningrado. La ciudad cada año conmemora este día el fin total del asedio a la actual San Petersburgo. Más de 600.000 personas murieron en este periodo, pero algunos datos indican que está terrible cifra pudo alcanzar el millón y medio, de los que dos tercios fueron civiles. El recuerdo de aquellos días que supusieron mucho dolor, sufrimiento y lucha prolongada y pusieron a prueba la fortaleza del espíritu humano sigue muy vivo.
La ciudad estaba llena de banderas de Rusia y rojas
conmemorativas con la hoz y el martillo, el símbolo del comunismo. |
El bloqueo a la antigua ciudad norteña de la Unión Soviética por parte del ejército de la Alemania nazi duró 872 días, casi dos años y medio entre 1944 y 1945 de bombardeos diarios, hambre, aislamiento y frío. No obstante, la cifra para los actos oficiales se redondea a los 900 días y noches. Se trata de una de las mayores tragedias de la II Guerra Mundial, así como una hazaña que nunca se borrará de la memoria de la ciudad y del pueblo ruso.
Un poco de historia
El 8 de septiembre de 1941 las tropas nazis cercaron Leningrado para apoderarse de este estratégico puerto en el Mar Báltico. El mando nazi dirigió centenares de miles de soldados para asegurar el bloqueo de la segunda ciudad más importante de la URRS. Los habitantes de la urbe unieron fuerzas para contrarrestar al enemigo que superaba en número y en armamento al ejército soviético. Según cuentan los supervivientes de aquel infierno aún con vida todos los ciudadados participaron en la defensa de la ciudad para lograr este gran acto heróico. Los civiles también se levantaron en armas y ayudaron a la flota, la aviación y la artillería soviéticas en la difícil y sanguinaria misión de esperanza y supervivencia.
El hambre fue el otro tremendo problema al que se tuvo que enfrentar el pueblo de Leningrado. Pronto comenzaron a escasear los alimentos más básicos y este pasó a ser un adversario incluso más temible que los nazis. Los obreros recibían 200 gramos de pan al día y los ciudadanos solo 125, algo con que era prácticamente imposible sobrevivir sobre todo en el invierno ruso en el que las temperaturas bajan hasta los 30º bajo cero o incluso más. A poco que se busque cualquiera puede encontrar testimonio brutales de aquellos días.
Una de las claves para aliviar el sufrimiento de los habitantes y para que Leningrado resistiera el asedio fue el camino trazado en 1943 de ayuda humanitaria en el Lago Ládoga. Éste se convirtió en la principal fuente de esperanza para el pueblo de la actual San Petersburgo y pasó a la historia como "la ruta de la vida". En el verano las pocas provisiones eran transportadas den botes y en invierno convoyes
de camiones cruzaban sus aguas directamente sobre el hielo.
Una de las dos columnas rostrales de Strelka encendidas con fuego, en la isla Vasilevsky, como símbolo del fin del bloqueo nazi. |
Pese a la desesperación, el miedo, la destrucción y la barbarie que sufrieron los peterburgueses, el 27 de enero de 1944 fueron liberados del bloqueo alemán tras ser roto el cerco por el ejército rojo. La resistencia durante casi 900 días y capacidad para levantarse victoriosa (algo que parecía completamente imposible) hizo a la ciudad merecedora de la condecoración Ciudad Heróica, una de las primeras en conseguir tal honor. Y es que entre esta ciudad y sus ciudadanos existe una relación muy especial de fidelidad. Aman profundamente a su ciudad. Tal vez ahí radicase la base del éxito.
Actos de conmemoración
En la plaza del Palacio habían varios carros de combate y vehículos de guerra expuestos. |
El 27 de enero es un día con muchas conmemoraciones y orgullo en San Petersburgo. Los actos solemnes comenzaron con una ofrenda floral en un cementerio donde están enterrados cientos de miles de civiles que perdieron la vida durante el asedio. A lo largo del día también se celebraron diversas manifestaciones en distintos puntos de la ciudad. Además, una exhibición instalada en el centro de San Petersburgo mostraba lo que fue el día el día de los residentes de Leningrado durante el bloqueo.
Llama del campo de Marte, donde había depositadas varias rosas en recuerdo de las víctimas del sitio de León esngrado. |
De espaldas al escenario del acto de celebración, el Palacio de Invierno-Museo Hermitage. |
Por la tarde tuvo lugar el acto principal del día en la plaza del Palacio, en la que antes de nada se guardó un minuto de silencio en honor a las víctimas de la tragedia. Seguidamente alrededor de 5.000 residentes de la ciudad leyeron en coro algunos de los famosos trabajos de la poetisa de la antigua Leningrado Olga Bergholz. También había en el centro de la plaza una reconstrucción histórico-militar del sitio con fotos de la ciudad sitiada. Tras dos horas de diversas actuaciones en el escenario instalado de personas de todas las edades, incluida la iemocionante nterpretación della himno de Rusia por parte de una orquesta militar (ver video abajo), cómo no, los actos se cerraron con un espectáculo de fuegos artificiales.
Anatoli
Aunque con final feliz, después de contar las penurias de esta trágica situación merece la pena hablar de Anatoli. Resulta que mientras estaba disfrutando del espectáculo en la plaza del Palacio este simpático anciano decidió entablar conversación conmigo. Le aclaré que no era ruso, y me dijo que ya se había percatado antes de que se lo comentara. El hombre tenía toda la pinta de ruso: shapka rusa en la cabeza y barba muy al estilo soviético.
No me quedaba otra que preguntarle si él había perdido a alguien en el sitio de Leningrado y si lo había vivido. Me dijo que su padre murió en el frente en 1941 y que su madre tuvo que sacar ella sola a cuatro hijos, de los que él era el menor. Él no tenía ni siquiera un año cuando comenzó el asedio nazi, por lo que no tiene muchos recuerdos, pero con haber sobrevivido ya le basta. ahora tiene 74 años y me aseguró que es bisabuelo y su bisnieta vive en Grecia con su nieta.
Anatoli, genio y figura. |
Anatoli fue conmigo un tipo encantador y muy vital, como el pueblo ruso en general. Me invito a que pasará todo el evento con él y si tenía alguna pregunta no dudará en hacérsela. Con mi ruso precario, algunas veces le entendía y otras no. Lo mismo le pasaba a él conmigo. Me invito a tres o cuatro tragos de cognac en una petaca que llevaba en el abrigo. Un poco más y me hubiera ido con el puntillo a mi apartamento. Me aclaró que no siempre la lleva, pero la ocasión lo merecía. El tío hasta se atrevió a ponerse a bailar con unas muchachas que estaban a nuestro lado. La juventud no es cuestión de edad sino de espíritu.
Bandera y escudo de la ciudad de San Petersburgo. |
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