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miércoles, 20 de mayo de 2015

Pushkin/Tsarskoe Selo, segunda parte: el parque de Catalina, el Palacio de Alejandro y el Liceo donde estudió Pushkin

En la primera parte de este post hablamos un poco sobre la historia de la villa imperial de Pushkin, de los encantos del majestuosos Palacio de Catalina y del gran misterio de la Cámara de Ámbar. En esta segunda entrega descubriremos la enorme belleza del Parque de Catalina a escasos kilómetros de San Petersburgo, de la importancia histórica Palacio de Alejandro y del liceo donde estudió el poeta más grande de la historia de Rusia: Alexander Pushkin.


El parque de Catalina: un lugar sacado de los cuentos

Como todo el mundo sabe un lujoso palacio quedaría incompleto sin un inmaculado jardín basado en las últimas tendencias. Los de Petehof, Pavlosk y Pushkin son simplemente de ensueño. En la última ciudad podemos visitar el parque de Catalina. Este parque de gran tamaño fue inspirado en todo tipo de exóticas culturas que tuvieron su momento de gloria en la alta moda. Rebosa de puentes extravagantes y edificios estilizados. Uno de los más largos es uno basado en un grabado de Catalina la Grande, consistente en diez diminutas casas y un teatro. No sólo eso, también hay un templo egipcio y otro griego así como castillos alemanes, entre otras cosas, por lo que se puede hacer una mina vuelta al mundo por los alrededores del Palacio. Otra opción es descansar contemplando la vista panorámica que se puede en en la fotografía de abajo desde el lago del parque.



La ciudad de Pushkin o Tsarskoe Selo no solo vive de este maravilloso parque pues a lo largo de toda la villa se puede disfrutar de numerosos parques y estanques haciendo un picnic u otras actividades al aire libre si el tiempo acompaña. Zonas verdes y estanques no faltan.






El lugar donde el último zar pasó sus últimos días antes de ser arrestado: el Palacio de Alejandro


A unos diez minutos andando del Palacio de Catalina se encuentra el Palacio de Alejandro, menos conocido pero también con un importante papel en la historia contemporánea de Rusia. Este Palacio fue diseñado por el arquitecto italiano Querenghi bajo las órdenes de Catalina la Grande. La emperatriz decidió alojarse en el palacio que llevaba su nombre pero este otro también fue residencia de los zares. El último de ellos, Nicolás II, y su familia estuvieron estrechamente ligados a este lugar y aquí pasaron sus últimos días antes de ser arrestados bajo la observación de los soldados revolucionarios. El palacio que una vez había sido su lugar de recreo ahora era su prisión. El fin de una era para estos palacios y Rusia llegó el uno de agosto de 1917, cuando los bolcheviques los apresaron para nunca volver. Finalmente, el 17 de julio de 1918 los bolcheviques fusilaron en la casa Ipátiev de Ekaterimburgo al último emperador ruso con su esposa, la emperatriz Alejandra Fiódorovna, sus cinco hijos, el médico y tres criados.

Por lo demás se trata de un modesto palacio comparado con otros de mucho más lujo y pomposidad. El edificio también tiene su correspondiente gran parque que al parecer es el lugar favorito de los locales en verano para hacer un picnic.

El Liceo donde estudió Pushkin

Justo al lado conectado por un arco al Palacio de Catalina como se puede ver en la fotografía de la izquierda se encuentra el liceo donde su pupilo más conocido, Pushkin, cursó sus estudios junto a otros futuros escritores de renombre hasta llegar a ser el poeta más famoso, querido e importante de la historia de Rusia. Originalmente fue diseñado como una escuela para los jóvenes miembros de la familia imperial hasta que, tal como cuenta la leyenda, no necesita ser trepar por las escaleras para visitar la institución. Actualmente se le conoce más porque aquí a los 14 años el joven Pushkin se dio a conocer entre los círculos de poetas del momento con sus primeras publicaciones. En aquellos días (principio del Siglo XIX) Pushkin sentía que la ciudad ya no tenía la grandeza de antaño. Incluso llegó a escribir: "Todo ha desaparecido, ¡La grandeza no volverá!", "Aquellos tiempos dorados han ido para siempre", anticipando el tráfico final de la Rusia imperial. En la época soviética fue igualmente admirado y respetado, por eso la ciudad fue renombrada en su honor como conocimos en el anterior post.



A modo de conclusión, Pushkin o Tsarskoe Selo es un lugar que no hay que dejar pasar la oportunidad de visitar al venir a San Petersburgo. De hecho todo es tan idílico, inmaculado y cuidado que de tan excesivo puede resultar un poco cargante o pedante. Pero la diligencia tomada en su costosa conservación está más que justificada porque su relevancia histórica nos ayuda a entender cual era la calidad de vida desorbitada de la corte real  en los tiempos de los zares mientras el pueblo ruso en general vivía en la miseria y el hambre bajo un sistema prácticamente feudalista. Y de éstos polvos llegaron aquellos lodos...

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