Vista de la ciudad vieja desde la planta 22 del Hotel Viru. |
Por fin en Tallín
Poco antes de las siete de la mañana me bajaba del autobús cansado y sin apenas haber podido pegar ojo. Después de haber hecho un poco de tiempo en la estación y habiendo tenido que pagar treinta céntimos por entrar al baño llegaba el turno de ir al centro de visados acompañado de una amiga española que se encontraba allí por el mismo motivo. Por suerte no hubo pega alguna y ya podía sentirme libre hasta recoger mi nueva visa el miércoles.
Llegado este punto nos dirigimos hacia el lugar por el que todo el mundo viene a Tallín: la ciudad vieja. Cuando llegas a este lugar te quedas realmente asombrado por su majestuosidad. Se trata de uno de los cascos urbanos medievales mejor conservados del mundo y cada año atrae a más y más turistas, entre ellos muchos españoles como constate de primera mano. Sin duda es un placer pasear por sus empedradas calles o sus callejones fríos y sombríos, así como observar sus antiguas casas de distintos colores. Ciudades bonitas hay muchas, pero Tallín destaca por su ambiente único y el orgullo de su Historia. Los más imaginativos se transportarán a su pasado de juglares, caballeros con espada, bellas doncellas, grandes torres y leyendas de dragones. La magia y la animación están por todas partes. Nada extraño que esta ciudad haya sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Podríamos empezar su recorrido por el corazón del casco viejo: la plaza del Ayuntamiento del siglo XV. Anclado en el tiempo y con una vista a la redonda maravillosa, este edificio es el único Ayuntamiento gótico superviviente en el Norte de Europa. Todavía se utiliza para propósitos culturales y ceremoniales.
Estos dos dragones escupen agua de lluvia cuando son incapaces de retenerla. |
Ayuntamiento gótico del siglo XV. Por 3€ se puede subir a la torre compuesta de 115 escalones. |
Plaza del Ayuntamiento. |
De ahí podríamos dirigirnos a mi parte favorita de la ciudad: el pasaje de Santa Catalina. Es la auténtica máquina del tiempo de la ciudad vieja. Llegué a volver sobre mis pasos varias para cruzarlo una vez más porque la sensación es mágica. Es la calle más puramente medieval de Tallín. Las imágenes hablan por sí solas.
Las murallas que rodean la ciudad vieja de Tallín constituyen uno de los más antiguos y mejores sistemas defensivos del norte de Europa |
Desde el mirador Patkuli se puede disfrutar de una magnífica vista panorámica de la ciudad vieja. |
La catedral Ortodoxa de Alexander Nevsky de finales del Siglo XIX es el principal vestigio del pasado de la Rusia zarista en la ciudad. |
Gastronómicamente hablando un rincón destaca sobremanera por encima del resto: el restaurante Olde Hansa. En este lugar se mantiene la misma carta que había en el Siglo XV. Todo recuerda al medievo y se puede beber cerveza a la miel o carnes de oso, reno o alce. Puesto que el plato más barato costaba 18€ yo me limité a echar un vistazo aunque una simpática camarera que me sorprendió hablando un castellano bastante decente insistió y me dio una moneda medieval para canjear por un chupito por si quería pasarme luego. El edificio ya de por sí es impresionante. En su lugar el último día fui a un sitio mucho más económico que me recomendaron: Kompressor. Solo sirven cerveza y otras bebidas y deliciosos y enormes "pancakes", tanto que me costó comerme entero el mío. Yo me lo pedí con salmón ahumado y salsa de queso, pero había más de una docena con diferentes rellenos. Relación calidad-precio muy buena la verdad. Los más caros cuestan 4'90€. Este plato también es muy típico en Rusia, sobre todo con caviar rojo.
Estonia no sólo ha regalado este portentoso conjunto histórico sino que también ha hecho alguna de las mejores aportaciones de los últimos tiempos en el ámbito de la tecnología: el software de descargas Kazaa, la cuenta de correo Hotmail o el servidor de llamadas gratuitas Skype. Sin embargo, por encima de todos ellos el mejor invento que los estonios han dado a la humanidad es... ¡el gorro-bufanda! Justo a la derecha al atravesar la Puerta de Virus hay un mercadillo en el que se pueden encontrar de varios tipos y colores. Yo, por supuesto, no pude resistir a la tentación de comprarme uno.
Los peculiares gorros-bufanda de Estonia. |
Unos de los puestos del mercado justo a la derecha al cruzar la Puerta de Viru. |
Es una ciudad ideal para una escapada de un fin de semana. Lo mejor que se puede hacer es recorrer la ciudad vieja con calma y sin mapa como un personaje más en este lugar cargado de Historia. La desorientación y el azar te irán llevando y descubriendo sus inolvidables rincones insólitos y secretos. Es como mejor te atrapará su atmósfera.
El viaje llegó a su fin con muy buensabor de boca y un poco de pena por que fue muy agradable estar en Tallín. No obstante, en junio tengo que volver para renovar de nuevo la visa y ésta vez me gustaría poder visitar otras ciudades bálticas como Riga y Helsinki. Espero poder contar la experiencia otra vez aquí.
Si quieres ver todo el reportaje fotográfico en Tallín pulsa aquí.
P.d: infinitas gracias a los voluntarios españoles en Tallín que me ofrecieron cama las dos noches en las que estuve allí. El trato fue muy bueno.
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